Por: Mohammed Saleem
Un nuevo año Hiyri ha comenzado. La Hiyrah, la migración del Profeta, la paz sea con él, de Makkah a Madinah, ha sido el punto cronológico focal para los musulmanes por más de 1400 años. A menudo recordamos con razón la fuerza de la creencia de los Muhayirin (los emigrantes de La Meca) al hacer el viaje, pero a veces nos olvidamos de reflexionar sobre el largo camino hacia la redención de los Ansar, el pueblo de Medina.
Antes de que se llamara Madinah, Yazrib era una ciudad que había sido arrasada por el derramamiento de sangre y el conflicto tribal que no terminaba, hasta que seis hombres de la ciudad comenzaron el proceso de curación, aceptando el Islam de manos del Profeta, la paz y las bendiciones sean sobre él, durante la temporada de peregrinación en La Meca.
“Hemos dejado a nuestra gente, porque no hay gente tan destrozada por la enemistad y el mal como ellos; y puede ser que Dios los unirá a través de ti”, le dijeron al Mensajero, la paz sea con él. Ibn Sa’d relata que, sin embargo, estos seis hombres le dijeron al Profeta que su ciudad podría no estar unificada aún si él hacía su Hiyrah en ese momento. Le pidieron que les diera tiempo. “Quizás Allah pueda arreglar nuestros asuntos”, dijeron. Se comprometieron a reunirse con él nuevamente al año siguiente.
Llevaron el mensaje a su ciudad dividida y devastada por la guerra y comenzó la evolución de Medina. En el momento de su reunión inicial con el Profeta, la paz sea con él, los seis hombres podían deducir, de las difíciles experiencias de los musulmanes de La Meca, que seguir el camino del Profeta tendría sus desafíos. También sabían que curar a su comunidad en Madinah de las antiguas grietas llevaría tiempo. Aunque los miembros de las dos tribus rivales de los ‘Aws y Jazray aceptaron el Islam, inicialmente era inconcebible, por ejemplo, que un miembro de una tribu guiara a uno de la otra en la oración. El cambio integral y duradero no podía ocurrir de la noche a la mañana.
El proceso de crecimiento espiritual y moral no puede ser apresurado. Si bien a veces podemos alcanzar nuestras metas rápidamente, otras pueden requerir más tiempo. Así como los seis hombres de Medina tuvieron que preparar su ciudad, gradualmente, para recibir al Profeta, el corazón necesita estar preparado para recibir los regalos Divinos. Esa preparación solo puede ser mantenida por el deseo de superación personal y arrepentimiento.
Si vemos la religión como un conjunto de rituales, privados de espíritu, y algo que simplemente nos consuela emocionalmente, sin desafiarnos, sus beneficios de transformación personal y social se pierden. Los seis hombres de Medina vieron el caos de su condición y ya habían visto suficiente. Querían cambiarse a sí mismos y a su sociedad, y vieron al Profeta, la paz sea con él, como el facilitador de ese cambio.
El último periodo del año islámico, con el Ramadán y la temporada del Hajj, se trata de preparar el corazón para el cambio y aniquilar a los nafs (egos). A esto le sigue un nuevo año de Hiyrah, como un nuevo comienzo, un tiempo para comenzar de nuevo. Nuestros predecesores, al elegirlo como el comienzo del calendario islámico, reconocieron que no solo marcó una nueva civilización, sino un nuevo reino de posibilidades humanas, donde el alma y la sociedad se liberan de la injusticia y la corrupción. Eso solo puede comenzar cuando aceptemos que quienes somos ahora no es como queremos ser. Aunque eso suena simple, la realidad es que, si bien deseamos ser una mejor persona, seguimos estando fundamentalmente satisfechos con nuestros defectos porque es cómodo. Nos quejamos del status quo, pero tenemos miedo de pasar por el difícil proceso de cambiarlo. Así que toleramos nuestra condición y culpamos de nuestra inercia espiritual a los horarios ocupados, las presiones sociales y nuestro propio miedo.
¿Cómo logró finalmente cambiar la gente de Medina? Al abrir su corazón al cambio interior, aplicando el mensaje del Corán y confiando en Allah, sin dilaciones. Soltaron los lastres que les impedían desarrollarse espiritualmente. Los seis hombres de Medina regresaron a su ciudad con un entusiasmo tan grande que se dijo que casi todas las familias de la ciudad habían oído hablar del Profeta poco después. Un año después, regresaron siendo doce para prometer fidelidad al Profeta en Aqabah, y el enviado del Profeta, Mus’ab ibn Umayr regresó con ellos para enseñar a la gente. Al año siguiente, más de setenta volvieron y el escenario estaba listo para la Hiyrah pocos meses después.
Nuestro Mensajero declaró: “El Muhayir (emigrante) es quien abandona todo lo que Allah ha prohibido” (Bujari). En este nuevo año, hagamos una Hiyrah personal dejando atrás lo que nos detiene en nuestro desarrollo y nos impide hacer el viaje hacia nuestro Creador.
Fuente: Mohammed Saleem, editor de ImanWire. Traducido y editado por NewMuslims.net/es