¿Quién era Muhammad? El Mensajero de Allah (3 de 3)

Originally posted 2014-01-14 22:52:04.

¿Quién era Muhammad? El Mensajero de Allah (3 de 3)

¿Quién era Muhammad? El Mensajero de Allah (3 de 3)

Autor: ‘Abdal Haqq Saif al ‘Ilm (Shaykh Abdalhaqq Bewley)

Este artículo es el tercero de una serie de tres, para leer el primero haga click aquí, para leer el segundo aquí.

Esta breve biografía de Profeta Muhammad espere ser un punto de inicio para todos aquellos que quieren conocer más acerca del Profeta Muhammad. En ella veremos el contexto histórico en el que vino, cuál era su carácter y su naturaleza esencial. 

Su naturaleza esencial

Muhammad, que Allah le bendiga y le conceda paz según el número de las cosas creadas desde el principio de la Creación, hasta el día en que todas las cosas desaparezcan ante el desbordante esplendor de la Divina Majestad, dijo que su Señor dijo: “Yo era un Tesoro escondido y deseé ser conocido, y creé el Universo para así poder ser conocido”. Fue este deseo de auto-conocimiento expresado en las profundidades de la Esencia de la Divina Unidad, lo que hizo que se iniciase el proceso de creación y llevó al despliegue de los diversos planos de existencia, con todas las formas en ellos contenidas, incluida la Tierra con toda su vida mineral, vegetal y animal.

En un preciso momento, cuando el entorno estaba completamente preparado, se dio vida a una nueva criatura: el hombre. Hasta ese momento, todas las diferentes formas de vida tenían distintos grados de consciencia; pero al hombre le fue dada, por su Creador y Señor, la capacidad de reconocer no sólo su entorno físico, sino también el hecho de que él era una parte inseparable de una Realidad que él percibía en sí mismo y en todo a su alrededor. El era la cima y perfección de toda la creación y el medio a través del cual el Tesoro escondido podría alcanzar su deseo de auto-conocimiento completo.

En las profundidades del ser del hombre hay un secreto insuflado en su interior por su Señor que desemboca en la Majestad y la Belleza de la Unidad Divina. Muhammad dijo que su Señor dijo: “El Universo entero no puede contenerme, pero el corazón de Mi leal esclavo Me contiene”. El Quran dice: Ofrecimos el cometido a los Cielos, a la Tierra y a las montañas, pero rehusaron su peso y tenían temor de él, y el hombre lo aceptó. Es cierto que actúa erróneamente, muy alocado.

Esta actividad errónea y alocada por parte del hombre le llevó a olvidar su verdadera naturaleza y a perder la consciencia de la Unidad Divina. Se vio cada vez más atrapado en la percepción de sus sentidos, y poco a poco fue dando realidad intrínseca a las formas creadas. Sin embargo, debido a la Misericordia inherente a la Realidad Divina, en medio de las diversas comunidades humanas surgieron hombres para enseñar lo que habían perdido y restituir al hombre a su verdadera naturaleza. Estos hombres, conocidos como Profetas y Mensajeros, fueron creados con este sólo propósito; y aunque no eran más que hombres entre los hombres, estaban bendecidos desde su nacimiento con una percepción diáfana de la Divina Realidad y del conocimiento de cómo vivir en armonía con el Señor del Universo, mientras que los hombres a su alrededor se debatían en la oscuridad del olvido y en una creciente ignorancia.

Estos Profetas y Mensajeros trajeron a sus comunidades el conocimiento y la dirección que necesitaban, y les sirvieron de ejemplo, atrayéndolos de nuevo hacia la adoración y el reconocimiento de su Señor, la Unica Realidad. Son la perfección del ser humano, íntegros a pesar dé su contacto con esta existencia; continuamente conscientes de la Presencia de su Señor.

El primero de ellos fue el primer hombre: Adán, y siguieron apareciendo a través de la historia de la humanidad sobre la Tierra, hasta que la cadena se completó con la llegada del Sello de los Profetas, Muhammad. El Quran dice de él:

Muhammad no es el padre de ninguno de vosotros, sino que es el Mensajero de Allah y el Sello de los Profetas. (Sura de los Coligados, 33:40)

Hemos visto que la cúspide y plenitud del proceso de creación tienen lugar en el hombre. Aunque fue el último en aparecer, todo lo que le precedió fue en preparación para él, el medio a través del cual el Señor del Universo llegaría a conocerse a si mismo. El deseo de este auto-conocimiento fue lo que desencadenó todo el despliegue de la Creación y así, la primera idea se hizo realidad en la forma final. En el hombre, lo primero y lo último están unidos. Si deseas un fruto, debes primero plantar un árbol, esperar a que crezca, que florezca, y finalmente dé el fruto. Sin embargo, la idea del fruto precedió al plantar el árbol.

Como dijimos, la perfección del hombre se encuentra en los Profetas y Mensajeros, que son los modelos y ejemplos para el resto de la humanidad, y en quienes la Unidad Divina está más perfectamente representada. Ellos son los que corresponden más exactamente al deseo original de auto-revelación de la Divina Esencia y son, por esto, los primeros seres en el desarrollo de la Creación. Como lo último y lo primero están combinados en el hombre, la última de las criaturas, así también están combinados en Muhammad, el último de los Mensajeros. El dijo al respecto: Yo fui el primer Profeta creado y el último en comunicar Su Mensaje. Y también afirmó: Yo era un Profeta cuando mi hermano Adán estaba entre el agua y el barro. Y dijo aún más: Cuando Allah quiso crear el Universo, cogió una porción de su Luz y dijo: ¡Sé Muhammad!.

Muhammad es el primer punto del que surge Luz desde la inmensidad impenetrable y absolutamente incognoscible de la Divina Esencia. Es el primer ser en el despliegue de la Creación del Universo. Es la pantalla a través de la cual los Atributos Divinos se filtran al resto de la existencia, y el gran velo mediante el cual la Creación es protegida del abrumador poder de la Divina Majestad. Es la Luna que refleja la pura Luz del Divino Sol. Es la más alta manifestación de los Nombres y Atributos de Allah y el medio a través del cual éstos fluyen al resto de la Creación.

El es Muhammad, el hijo de Abdullah, hijo de Abd al-Mutalib, nacido en Meca cincuenta y tres años antes de la Hégira. Le fue dada una visión completa de su incomparable estación con el Señor del Universo durante el Miraj, su Viaje Nocturno, cuando fue llevado a través de los siete cielos hasta pasado el Arbol de Loto, que señala el limite más lejano en el cual, hasta Yibril, el más grande de entre los ángeles, fue obligado a detenerse. Desde allí se arrastró a una distancia de dos arcos de su Señor, y alcanzó su realización completa y el apaciguamiento de todo deseo. Su viaje fue el retorno al punto del que había salido cuando comenzó esta existencia, y fue su total descubrimiento de la profundidad y perfección de su propio ser: el pináculo y el eje de la Creación y la manifestación más pura de la Belleza, Misericordia, Generosidad y Equilibrio Divinos. Por razón de su cercanía a la Esencia Divina, ya que no existe nadie más cercano que él, le fue dado el nombre de al-Habib, el Amado.

Pero debe recordarse que a pesar de su incomparable estación con el Creador del Universo, Muhammad no es más que una criatura y absolutamente impotente frente a su Señor, el Uno, sin compañero. El es el Mensajero que trae a la humanidad el último y perfecto camino que recoge y anula la enseñanza de todos los que vinieron antes que él. Es, al mismo tiempo, absolutamente esclavo de su Creador, consciente de que todo el poder y la fuerza vienen de El. Para el musulmán no existe la posibilidad de adorar a Muhammad, pues el Señor es siempre el Señor, y el esclavo no puede ser más que un esclavo, dependiente por completo de su Creador. De hecho, más que ninguna otra criatura, Muhammad es consciente del absoluto poder de su Señor y de su propia y total incapacidad.

Y sin embargo, a Muhammad (y su nombre significa Digno de Alabanza), le ha sido dado por el Señor del Universo un lugar por encima de cualquier otra criatura, y todos los musulmanes deben darle el honor debido a su rango y pedir bendiciones para él. El Quran dice: Ciertamente Allah y Sus ángeles bendicen al Profeta. ¡ Oh tú que confías!, reza para que le sean concedidas paz y bendiciones. Dada su posición con Allah, por quien todas las cosas son adornadas en su existencia, bendecirle a él es bendecir a toda la Creación, y dada la generosa naturaleza de la Divina Realidad, las bendiciones vuelven aumentadas sobre aquel que las pronuncia. Muhammad dijo: A aquel que me bendice cien veces, Allah le bendice mil veces, y a aquel que me bendice mil veces, Allah prohibe al Fuego que toque su cuerpo.

La proximidad de Muhammad con su Señor y su comprensión de su propia ignorancia ante el Conocedor de todas las cosas, le convierten en el perfecto vehículo para la Revelación de la Divina Palabra en el Quran. Por ésto, es el Mensajero, el esclavo, y también el Profeta iletrado. Ningún conocimiento puede atribuírsele a él. Todo su conocimiento procede de Allah y sólo El conoce lo Visible y lo Invisible. Su posición de absoluta receptividad y total servidumbre hacia su Señor demuestra que todas sus palabras y acciones estaban en completa armonía con la Unidad Divina, y su Mensaje a la humanidad no sólo estaba contenido en el Quran, sino que quedó igualmente demostrado en la forma en que vivió y en lo que dijo durante su vida. El musulmán es instruido a través del Quran: Obedece a Allah y obedece al Mensajero. La obediencia a Muhammad es obediencia hacia Allah. El amor a Muhammad es amor por Allah. La animosidad hacia Muhammad es animosidad hacia Allah. Aquel que te odiase, ése es el desahuciado

Muhammad es el que está completamente entregado a su Señor. Escuchándole y haciendo lo que dice, imitando su conducta y aumentando su amor hacia él, el musulmán espera aproximarse a él, ya que la proximidad a él es proximidad a su Señor. Al acercarse a Muhammad, el hombre se acerca a Allah.

Muhammad es el más grande de la Creación a los ojos de su Señor, es el que intercederá por todos los hombres el día del Juicio Final, cuando todos sean llamados a responder por sus actos en esta existencia. El día en que Aquel que haya hecho un átomo de bondad lo verá, y aquel que haya hecho un átomo de maldad, lo verá. De todos los seres, es quien ha recibido la mayor generosidad y compasión, y por ser el Amado de su Señor, todos los que tengan en sus corazones el más pequeño grano de confianza hacia él, serán apartados del tormento y llevados a la gloria.

Muhammad es el más próximo a Allah, él Amado de Allah, el primer derrame de Luz de la Esencia de Allah, y por ésto, el Camino hacia Allah pasa inevitablemente a través de él. En su Viaje Nocturno pasó a través de los siete cielos hasta las profundidades de su ser y la Presencia de su Señor, y regresó para describir a los hombres el Camino que conduce al Señor del Universo. Este Camino está abierto a todos aquellos que desean seguirlo. Todos los que realicen este viaje hacia la búsqueda de su verdadera naturaleza, encontrarán que el Camino a la Realidad Divina en la profundidad de sus corazones, es el Camino del Sello de los Profetas, el último Mensajero, el esclavo de su Señor: Muhammad.

Ninguna descripción de Muhammad, por muy detallada y bien informada que esté, puede transmitir quién es en realidad. El número de sus perfecciones es incontable y aún los más grandes poetas de entre aquellos que le aman, acaban por admitir la imposibilidad de alabarle lo suficiente.

Si deseas un conocimiento real de Muhammad, debes mirar a la gente que se ha entregado a seguir su ejemplo en todos los aspectos de su vida. En ellos verás algo de la cualidad y luminosidad interiores de Muhammad que Allah le bendiga y le dé paz. De ellos podrás aprender el Camino de Islam, el sendero de sumisión que conduce a la paz.

Fuente: libro ‘Muhammad, mensajero de Allah

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