Autor: Sabora Uribe
Bismil-lahi-rahmani-rahim
Es el día 12 de Dhul-Hichya, esta tarde concluiremos nuestros ritos y nuestro Hajj quedará completo. ¡Rogamos a Allah que nos lo acepte y nos bendiga! Sólo nos falta aprovechar una vez más los hamarat o lugares que representan a los shaytanes. Y mañana saldremos hacia Medina al-Munawara, la Ciudad de la Luz.
Iman y yo estamos ayunando porque cuando hicimos nuestra Umra a la llegada, nos olvidamos de hacer dos rakats después de dar las vueltas en el tawaf. Nos han recomendado compensar ese fallo con 10 días de ayuno, 3 aquí y los 7 restantes en nuestras casas en España.
Verdaderamente cada día ha tenido una emoción diferente. La primera entrada en la Mezquita Sagrada, la primera visión de la Kaaba resultó sumamente conmovedora. Mi mirada quedó fascinada, prendida en aquel cubo y los ojos se llenaban de lágrimas mientras hacía dua sin parar por cuanto me parecía más importante hasta lo menos importante en orden decreciente, tratando de no olvidar a ninguna persona cercana a mi o relacionada conmigo de alguna manera hasta incluir a cuantos estaban realizando la peregrinación al mismo tiempo que nosotras y terminando con todos los musulmanes del mundo.
Nayua no se encontraba bien, ya se resentía del hígado al salir de Granada y el viaje acabó por vencerla. Tuvo que guardar reposo un par de días. Así, fuimos tres las que hicimos Umra el mismo día de nuestra llegada, durante la noche. Formamos un bloque compacto y conseguimos penetrar enseguida entre la gente y tocar la piedra gris de la Kaaba. No pudimos, sin embargo, alcanzar la piedra negra; puesto que es una piedra que ni beneficia ni perjudica no nos importó demasiado, aunque nos hubiera gustado, desde luego. Esperamos poderlo hacer más tarde, cuando la mayoría de los peregrinos hayan regresado a sus lugares de origen.
Aquel primer tawaf fue muy purificador, lloré, sudé, pedí misericordia y perdón, solicité ayuda y favor sin cesar hasta sentir que no podía ya pedir nada más. En la última vuelta intentamos hacer dos rakats en la estación de Ibrahim, donde vimos las huellas de sus pies, el gentío nos lo impidió y nos fuimos a beber el agua de zamzam y después a hacer sai. No nos dimos cuenta de que teníamos que hacer dos rakatsaunque fuera en otro sitio, detrás de la estación de Ibrahim y no cumplimos con esta parte del rito, por lo que estamos ahora ayunando. Jadicha no salió de su estado deIhram, no se cortó el pelo y siguió con la intención de repetir la Umra con Nayua cuando se encontrara bien.
El tawaf resulta muy gratificante, tal vez sea la gran proximidad a la Kaaba además del movimiento de rotación que –tras el impulso inicial- parece continuar por pura inercia. Por estas y otras razones que Allah sabe, el tawaf, las siete vueltas en torno a la Kaaba transcurren con facilidad y dejan el ánimo lleno de alegría y humildad, fuerza y contentamiento. En contraposición el sai exige un esfuerzo sostenido largo rato, se siente la fatiga, se resiente uno de la caminata tan prolongada, se vive parte de la dureza que debió experimentar aquella madre desesperada que buscaba agua para su hijo. Al final, el corazón templado y sereno y el cuerpo agotado empuja a buscar descanso.
Bismil-lahi-rahmani-rahim
La primera vez todo fue muy vívido, con las emociones a flor de piel.
El día siguiente lo dedicamos al descanso en casa de Maimuna y Abdel Samad. Charlamos con ellos, con Mariam S. y Habiba que también se encontraba allí y con sus hijos, en particular Adiba que es una niña lista y encantadora.
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Nos encontramos en Medina, la luminosa; efectivamente lo es en grado sumo. Deslumbrante. Nos han hospedado en un hotel de tercera que tiene el pretencioso nombre de “Palacio Blanco”, por fortuna, está muy cerca de la mezquita del Profeta Muhámmad, Allah le bendiga y le dé paz, y podemos acercarnos en un par de minutos para saludar al Profeta (paz y bendiciones sobre él). Están haciendo una obra de ampliación ingente, hay andamios, zonas acotadas, escaleras de madera provisionales. A pesar de ello todo está limpio y hay partes cubiertas de alfombras. Ya más adentro todo está cubierto de alfombras, al menos la parte más reciente con columnas blancas pintadas y capiteles de bronce dorado. Por fin la zona más antigua, de color rojo obscuro, con base dorada en las columnas y unas preciosas lámparas de cristal esmerilado y adornos azules.
ﷲ ﺎﯖﭙﺮ está escrito en muchos sitios. En lugar de arcos corridos hay pequeñas bóvedas cerradas sobre cada cuatro columnas con una decoración un tanto bizantina, floral, con colores azules, verdes y terrosos. Desde fuera puede verse un pequeño minarete verde, coronado por una luna creciente dorada, que corresponde a esta parte de la mezquita más primitiva. A la entrada está la tumba del Mensajero (paz y bendiciones) detrás de una celosía metálica pintada de verde y dorado. En su interior apenas se distingue nada más que un paño con inscripciones del Corán.
Un pequeño libro –guía que tenemos hace hincapié en que el mayor fallo que uno puede cometer es el de Shirk y que todas las plegarias han de ir dirigidas a Allah, poderoso, perdonador, Señor de todos los mundos. ¡El nos proteja de asociarle con nada que no sea Él!
A pesar de su tamaño, la mezquita del Profeta (paz y bendiciones sobre él) resulta íntima, familiar y acogedora. Hubimos de esperar al turno de las mujeres –de 6 a 10 de la mañana- para entrar en el recinto que rodea su tumba y saludar con todas las demás mujeres. ¡As salamu alaikum, ya rahmatullah! Ha sido un encuentro dulce aunque el hecho de tener el periodo y un resfriado tremendo ha entumecido mi sensibilidad de forma considerable.
He dicho a Allah que testifico que Muhammad (paz y bendiciones sobre él) ha cumplido con su misión de transmitir el mensaje con claridad, de tal modo que ha llegado hasta nosotros, que lo asumimos y le he pedido que nos ayude a ponerlo en práctica y nos reúna a todos en el Jardín.
También he pedido al Profeta (paz y bendiciones) que interceda por nosotros y así como él formó su primera comunidad en esta ciudad, nos ayude a los musulmanes españoles a establecer el Islam en nuestras respectivas zonas de influencia. Durante todo el viaje, sin cesar he hecho dua para que Allah nos facilite el establecimiento de las cinco oraciones y la llamada a la oración ¡El quiera que sea pronto! Él quiera que nuestra creencia sea cada vez más firme, nuestra fe más perfecta y nuestro corazón cada vez más puro y libre de malas influencias. A diario recito el sura “Al Falaq” y el sura “Al Nas” para cobijarme en Allah y anular cualquier insinuación indeseable.
Me acuerdo mucho de mis hijos y de Mansur, pido constantemente que Allah nos permita vivir y morir en Islam y que Mansur permanezca siempre en el camino recto y tenga luces para guiarnos a todos cuantos dependemos de él. Siguen más duas para toda la familia, los musulmanes de Salobreña, de Granada, de España, cuantos hemos coincidido en este Hajj y por los musulmanes en general.
El viaje, a pesar de las facilidades proporcionadas por la organización Al Rabitah, que cuenta con un equipo de jóvenes que parecen “boy scouts” que van disponiendo todo para que resulte cómodo dentro de lo posible, fue pesado; el autobús avanzaba por aquella carretera en mitad del desierto de color gris sucio, de aspecto inquietante e inhóspito, como si fuera un camello velocísimo, a juzgar por los brincos que daba. El calor y el sueño acumulado lo hicieron un tanto penoso, pero merece la pena haber andado esta jornada.
Mis compañeras de viaje son un regalo estupendo; me siento a gusto con ellas y su humor es, a veces, como gotas de agua fresca sobre la aridez del desierto. De tarde en tarde aparece Hashim, siempre con buena energía, diciendo Alhamdulillah, contribuyendo a su modo al buen funcionamiento del grupo, mientras está, ya que en términos generales permanece al margen. El ha hecho su viaje de otro modo, por su cuenta, lo que es lógico, no iba él a asimilarse a nosotras cuatro, que constituimos las cuatro esquinitas que Allah ha dispuesto en esta ocasión para formar un espacio especial, un recinto privilegiado para recordarle y adorarle. Quiera Él sellar nuestra hermandad con sus bendiciones y protegernos del envidioso cuando envidia y de cualquier veleidad que pudiera distraernos de Su presencia.
Bismil-lahi-rahmani-rahim
La peregrinación es como un paseo por el Infierno y por el Paraíso. Un resumen intensificado de la vida misma. Una representación grandiosa del Ultimo Día.
Se encuentra uno a solas con su Señor, desconectado del contexto habitual, descolgado de sus parámetros ordinarios, situación que convierte cada gesto en simple, escueto y altamente significativo.
Y desde el principio hasta el final queda subrayada la importancia de la intención y la necesidad de explicitarla en el corazón de cada cual y de renovarla con frecuencia, al vaivén de los acontecimientos.
Allahu Karim, Allah es el Generoso dador de bienes y El nos ha invitado a Su Casa, nos ha cobijado en ella y nos ha permitido hacer la oración a pocos pasos de la Kaaba y embriagar nuestro corazón con la recitación, con la brisa y el perfume del anochecer, con el murmullo de miles y miles de musulmanes postrándose a la vez, ha anegado nuestros ojos con el dulce frescor de la oración.
¡Sólo a Allah pertenece la victoria! Sin embargo, cuando se concluye con los ritos, cuando se han superado las dificultades y se acude a la Casa por última vez para una despedida cortés, se tiene una sensación de éxito, de haber salido victorioso de una empresa ardua. Soy consciente de que me incluyo entre la gente que Allah ha colmado de facilidades y, por tanto, tengo menos razones para estar ufana por mi hazaña. Aún así mi estado de ánimo exaltado dura y pido a Allah que me permita hacer partícipes de mi fuerza y alegría a cuantos me rodean en estos días de reencuentro.
Externamente, el Hajj es una tarea concreta a realizar, una serie de obligaciones que se han de llevar a cabo poco a poco, comenzando por la intención, la purificación y la entrada en un estado especial. Es un verdadero prodigio que entre dos millones de seres humanos aguantando condiciones físicas extremas no haya una palabra más alta que otra, ni una discusión ni una pelea y, si acaso parece gestarse, cuantos se encuentran presentes se esfuerzan por acallarla y aplacar los ánimos. Esta es la primera de las maravillas que nos aguardan.
Una vez en estado de Ihram hay que permanecer un día en Mina, haciendo allí las cinco oraciones, desde Duhr hasta Subh del día siguiente. Los que no tienen casa ni tienda ni rincón en la mezquita, se instalan en la calle, soportando el calor de castigo, el hacinamiento y las penalidades con una fe capaz de conmover corazones mucho más endurecidos que los nuestros. Y ésta es la segunda de las maravillas que nos esperan.
Al amanecer del segundo día hay que trasladarse a Arafat y pasar allí el día haciendo oraciones de viaje puesto que ese es el Gran Viaje. Refieren que en esa planicie se encontraron Adán y Eva tras haber errado durante 200 años, una vez que fueron expulsados del Paraíso. Y allí nos sumergimos en un estado de profundo recogimiento, de silencio y paciente espera. Haciendo, en realidad, acopio de energía para aguantar la verdadera prueba de resistencia que aún estaba por venir: Muzdalifa. Tras la puesta del sol hay que trasladarse a ese valle estrecho y candente y rezar allí las oraciones deMagrib e Isha. Instalarse en cualquier lugar disponible –todos son expuestos, ardientes y sólo dejan transcurrir el tiempo lentamente y resistir hasta la madrugada.
Esta parte de la travesía del desierto resulta penosa a causa de la acumulación de cansancio, calor y sueño. Y al agobio que produce el movimiento simultáneo de tanta gente, que hace difícil el más mínimo desplazamiento.
Fecha aproximada del Hajj: Mayo-Junio de 1991.