Por: Abu ala Mawdudi
Cierra los ojos y visualiza lo que ha de ser ver a gente de innumerables países y comunidades convergiendo en un punto central llegados de mil caminos diferentes, de este a oeste, de norte a sur.
Sus caras son diferentes, sus colores son diferentes, sus lenguas son diferentes… pero al llegar a un lugar cerca del ‘punto central’ todos cambian las variadas vestimentas que traían para un simple uniforme de idéntico diseño.
Este uniforme común, o ihram, es lo que los distingue como el ejército de un solo rey. Se convierte en un insignia de obediencia al Único; todos armonizados en un acorde de lealtad marchando hacia la capital para desfilar ante el ‘Rey’.
Hayy: una comunidad universal
Cuando estos uniformados soldados avanzan más allá de su frontera, la misma llamada sale de sus bocas: “labbayka Allahumma labbayk, la sharika laka labbayk” (Aquí estoy frente a Ti, oh Dios, doblemente a Tu servicio, no hay asociado contigo, aquí estoy).
Las lenguas son diferentes, pero las palabras que salen de sus bocas tiene el mismo significado.
A medida que el ‘punto central’ se acerca, el círculo que contiene a los peregrinos se contrae. Caravanas procedentes de diferentes países continúan llegando. Todos llevan a cabo su oración de la misma manera.
Todos visten ropas similares y todos son liderados por un solo imam, todos se mueven de forma simultánea, y todos dicen las mismas palabras. Todos se ponen en pie, se sienta y se postran ante la misma señal y todos recitan y escuchan el mismo Corán revelado.
De esta manera, la diferencias nacionales de país o raza son abandonadas y una comunidad universal de gente que adora a Dios se constituye.
Junto al ‘punto central’
Cuando las caravanas se acercar, cantando el labbayka, labbayka, cuando sobre cualquier ascenso o descenso las mismas palabras son pronunciadas, cuando al encontrarse las caravanas las mismas palabras resuenan y cuando llegado el tiempo de cada Salat estas palabras reverberan, una atmósfera única es creada cuyo efecto embriagador hace que el hombre sea absorbido en el éxtasis de labbayka.
Al llegar a la Ka’bah viene el acto de la circunvalación, luego se hace el sa’i entre Safa y Marwa, luego el campamento en Mina, luego todo el mundo parte hacia ‘Arafah. Más tarde un viaje en la noche hacia Muzdalifah, y por último el regreso de todos a Mina. Luego hay que arrojar las piedras a los yamarat y hace el sacrificio y a continuación el regreso de todos a la Ka’bah para una circunvalación más. Por último se hace el Salat todos juntos y todos estos rituales hechos en comunidad tienen un efecto en el individuo sin paralelo.
Este artículo es un extracto del libro del autor “Seamos Musulmanes”.