El Profeta era humano, no un robot.

Por: Luqman Nieto

El título de este artículo parecería, en principio, bastante ridículo. Todos sabemos esto. Sin embargo, parece haber una tendencia a olvidarlo y esquematizar, sistematizar y poner en compartimentos cada palabra o acción que el Profeta, la paz sea con él, hizo. Quizás esto sea el efecto de un enfoque literalista en el que cada cosa se divide y analiza sin tener en cuenta el contexto. Lo que a su vez es consecuencia de aplicar el pensamiento de la metodología científica, ya sea consciente o inconscientemente, al Din.

El resultado es una versión del Din que se convierte en un sistema seco de reglas y regulaciones, difícil de seguir para cualquiera porque, como dijo Goethe, la naturaleza no es un sistema. Lo que es aún peor, presenta una imagen del Profeta desprovisto de aquello que precisamente nos hace capaces de seguirlo: su humanidad.

Para dar un breve ejemplo de esto -tratando algo relativamente trivial- consideremos esto. Después de rezar los dos rak’ahs de Fajr, el Profeta a veces se recostaba, a veces hablaba o a veces hacía dhikr o súplicas mientras esperaba que la jama’ah se reuniera para la oración. Estos son los Ahadiz al respecto:

El Mensajero de Allah, que la paz sea con él, dijo: “Cuando uno de vosotro hace los dos rak’ahs (supererogatorios) de Fajr, entonces que ser recueste sobre su (lado) derecho“. (Abu Dawud y Al-Tirmidhi)

`A’isha narró: “Después de ofrecer los dos rak’ahs (supererogatorios), el Profeta, la paz sea con él, solía hablar conmigo, si estaba despierto; de lo contrario, se recostaba”. (Al-Bujari y Muslim)

El Mensajero de Allah, la paz sea con él, dijo: “La súplica hecha entre el Adhan y el Iqamah nunca es rechazada“. (Abu Dawud y Al-Tirmidhi)

Entonces, una lectura seca de esto sugeriría que tenemos que derivar un hukm sobre lo que debemos hacer después de rezar los dos rak’ahs de Fajr. Si es obligatorio acostarse, o tal vez podríamos o no hablar o deberíamos pasar ese tiempo haciendo dhikr. Y algunos Ulama realmente lo hacen.

Sin embargo, hacer todo lo anterior estaría bien. Porque lo que se desprende de estos Ahadiz -y su vida en general- es que el Profeta, que la paz sea con él, era un ser humano vivo en constante conexión con la realidad del momento y no limitado por un sistema rígido. Algunas veces se acostaba, pero tal vez Aisha estaba despierta y quería hablar con ella, o tal vez no lo estaba y no quería acostarse, así que hacía dhikra. O tal vez hacía dhikr mientras estaba recostado, y este no lo sabemos con certeza (no hay transmisión para ello) pero sabemos que el Profeta siempre estaba en un estado de dhikr.

Esto no quiere decir, de ninguna manera, que haya que menospreciar la labor que han hecho los eruditos, y que siguen haciendo aquello cualificados para ello, de esclarecer cuál es el juicio de Allah sobre un asunto. Sino que hemos de tener cuidado, sobre todo aquellos de nosotros que no tenemos conocimiento suficiente, de no acercarnos al Din como si fuese un manual de instrucciones.

El problema aquí no sería particularmente qué deberíamos hacer después de rezar dos rak’ahs de Fajr. El problema aquí es la mentalidad que lee la vida del Profeta, la paz sea con él, como si esta hubiese vivido con un programa sistemático, independientemente de las circunstancias, olvidando que era un ser humano vivo que respondía a las circunstancias actuando de la mejor manera posible. Una de las cosas que se desprende de su vida es que su acción no estaba guiada por un código robótico de qué hacer y qué no hacer, sino por un deseo constante de complacer a su Señor y ser consciente de Él. Y todo lo que siguió fue el resultado de esto.


Fuente: Luqman Nieto

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