Autor: Sheij Abdalhaqq Bewley
Para poder hacer la oración, la primera exigencia es purificarse con agua. Hay dos actos de purificación: el mayor (ghusl) que implica el lavado de todo el cuerpo, y el menor (wudu) en el que solo se lavan algunas partes del cuerpo. Pero antes de cualquier acto de purificación es necesario limpiarse con agua después de ir al retrete. El ghusl es necesario para entrar en el Islam, tras el acto sexual o la eyaculación seminal y, en el caso de las mujeres, cuando termina el período menstrual y el sangrado que sigue al parto. Se hace en primer lugar lavando las manos y las partes privadas, seguido de un wudu completo en el que se lavan los miembros una sola vez. Cuando se lavan los cabellos, se mojan los dedos de ambas manos para luego pasarlos por la cabeza y la barba; luego se coge agua con las manos formando un recipiente y se derrama tres veces sobe el cabello. Se completa lavando todo el resto del cuerpo.
El wudu, que se anula al ir al retrete, con las ventosidades anales o al dormir, es necesario para cada oración. Lo correcto es empezar el wudu, y de hecho todas las acciones diciendo bismillah, “en el nombre de Allah”. Es necesario tener agua suficiente para completar el acto de purificación que comienza lavando las manos tres veces. Luego, cogiendo agua con el hueco de la mano derecha se enjuaga la boca tres veces, siendo conveniente frotar la parte externa de los dientes con los dedos índice y pulgar de la mano derecha. Volviendo a coger agua con la mano derecha, se inhala por la nariz y luego se expulsa sosteniendo la nariz con los dedos índice y pulgar de la mano izquierda. Se repite tres veces.
Luego se coge agua con las dos manos y, empezando por la parte superior de la frente, se deja que caiga el agua por la cara al tiempo que se frota, desde la parte superior hasta donde termina el mentón y de oreja a oreja. Si se tiene barba, pasar la manos sobre ella a no que se sea muy escasa, en cuyo caso hay que asegurarse de que el agua llega hasta la piel. Debe hacerse tres veces. Es también el momento de confirmar la intención de hacer un acto de purificación que permitirá estar ante el Señor en la oración, y no el mero acto de derramar agua sobre varias partes del cuerpo.
Luego se coge un poco más de agua con la mano derecha y se la deja caer por el brazo derecho hasta llegar al codo al tiempo que, con la mano izquierda, se frota la parte externa e interna del brazo incluido el codo; con la izquierda debe también frotarse la mano derecha asegurándose de que el agua pase entre los dedos. Esto se hace tres veces y luego se repiten los mismos movimientos, siento esta vez la mano derecha la que lava el brazo y la mano izquierda. Lo siguiente es la cabeza. Para hacerlo, se coge un poco de agua con la mano derecha, se moja la izquierda y se elimina el exceso de agua en ambas manos dejándolas húmedas. Se ponen entonces los pulgares en las sienes y se unen las puntas de los dedos sobre la frente, justo donde comienza el cabello. Luego se pasan las manos húmedas desde ese punto hasta la nuca y se vuelve al punto de partida, asegurándose de haber cubierto la cabeza entera. Humedeciendo las manos como en el caso anterior, se frota el interior y el exterior de las orejas usando los dedos índice y pulgar de ambas manos.
El último paso del wudu es el lavado de los pies. Se empieza con el pie derecho; se derrama sobre el pie un poco de agua con la mano derecha y se frota con la izquierda, cerciorándose de que el agua llega a todas partes, incluido el tobillos, el talón y el espacio entre los dedos. Se hace tres veces. El pie izquierdo se hace de la misma manera: se derrama sobre el mismo un poco de agua con la mano derecha y se frota con la izquierda de la mano descrita. Esto completa el acto de purificación que recibe el nombre de wudu.
Se recomienda terminar el wudu declarando la shahada una vez completado, porque el Mensajero de Allah, a quien Allah bendiga y conceda paz, dijo: “Al que hace wudu, lo hace bien, y luego alza los ojos al cielo y dice ‘atestiguo que no hay más dios que Allah, solo y sin asociado, y atestiguo que Muhammad es su esclavo y mensajero’ se le abren las ocho puertas del Jardín y podrá entrar por la que quiera” (An-Nasa’i, Ibn Mayah y al-Hakim).
Si no pudiera conseguir agua, o si utilizarla pudiese dañar la salud, se permite a los musulmanes purificarse con tierra o con una piedra; para hacerlos se golpea ligeramente la tierra o la piedra con ambas manos y luego se sacude el exceso de polvo; a continuación se frota la cara entera y luego, repitiendo la acción inicial, se frotan las manos y los brazos. Esto se llama tayammum.
Una vez purificado de esta manera ya se puede hacer la oración ritual del Islam que se conoce como Salat. El Salat está compuesto de una serie de movimientos que se repiten en ciclos llamados rak’ats. Cada uno de estos ciclos tiene un momento en el que se está de pie, le sigue una reverencia, se vuelve a la posición original y luego de hacen dos postraciones entre las que uno se sienta brevemente, el Salat es obligatorio cinco veces al día, y el número de rak’ats varía según la hora a la que se haga el Salat.
Fuente: Islam: Creencias y prácticas básicas (puedes leer más y comprar el libro en: www.madrasaeditorial.com)