Autor: Shaykh Ali Laraki
La primera obligación que recae sobre la persona adulta que se encuentra en sus plenas facultades mentales es la de conocer a Allâh, su Señor, y Sus Mensajeros. Y ello ya que el sentido de la existencia del ser humano es el de adorar a su creador:
“Y no he creado a los genios y a los hombres sino para que Me adoren” (Los que levantan un torbellino 51: 56).
De ahí que el ser humano esté obligado a conocer a quién adora, ante quién se postra, cuál es la finalidad última de su vida, el secreto de la existencia y, por lo tanto a quién es a quien hay que obedecer.
Asimismo, la adoración con conocimiento es superior a la del desconocimiento según el dicho del Profeta, la paz sea con él. Por lo que el conocimiento del adorado es necesario.
De Allâh hay que conocer trece atributos necesarios y la negación de sus opuestos.
Atributos de Allah |
Sus opuestos (los que son imposibles) |
1) La Existencia (al-Wudjûd) | La Inexistencia (al-‘Adam) |
2) El No-Comienzo (al-Qidam) | El Comienzo (al-Hudûth) |
3) La Infinitud (al-Baqa’) | La Finitud (al-Fanâ’) |
4) La Unicidad (al-Wahadâniyya) | La Pluralidad (Nafyu-l-Wahda) |
5) La Independencia (al-Ginà) | La Dependencia (al-Iftiqâr) |
6) La Diferencia con lo Creado (Mujâlafatu-l-Hawâdith) | La Similitud a lo Creado (Mumâthalatu-l-Hawâdith) |
7) La Vida (al-Hayât) | La Muerte (al-Mamât) |
8) El Poder (al-Quwwa) | La Incapacidad (al-‘Adjz) |
9) El Conocimiento (al-‘Ilm) | La Ignorancia (al-Djahl) |
10) La Voluntad (al-Irâda) | La Compulsión (al-Karâha) |
11) El Oído (as-Sam’) | La Sordera (as-Samam) |
12) La Vista (al-Basar) | La Ceguera (al-‘Amà) |
13) La Palabra (al-Kalâm) | La Mudez (al-Bakam) |
Estos atributos, son de creencia obligatoria en lo que Allâh se refiere. | Estos atributos que acabamos de enumerar, es necesario creer que son imposibles en lo que a Allâh se refiere. |
A continuación procederemos a examinar con más detalle cada uno de los atributos obligatorios e imposibles en lo que a Allâh se refiere.
En cuanto a la Existencia es necesario creer que Allâh existe y que su inexistencia es imposible.
Racionalmente, es claro que el mundo, la existencia o la creación, como quiera que se le quiera denominar, no podría nunca haber llegado a ser sin la intervención de un agente externo a ésta que hubiese establecido su comienzo. Pues las cosas existentes, sean de la naturaleza que sean no encierran en su seno – a causa de su propia contingencia y de su sometimiento a las vicisitudes espacio-temporales – la capacidad de ser o no ser. Todo lo existente puede ser o no ser. Qué es pues lo que las ha llevado a ser y no a no ser, sino Allâh, exaltado sea. Por lo tanto, todo ser creado no es más que un signo (âya) que indica hacia Aquél que lo ha creado, que lo ha llevado de la nada al ser. Por lo tanto, Allâh existe necesariamente y la Existencia es uno de sus atributos, siendo su Inexistencia impensable ya que tanto la Revelación, la Creación como el intelecto humano prestan testimonio de la Existencia Obligatoria del Ser Supremo.
La prueba textual que fundamenta dicha creencia es el dicho de Allâh en el Corán:
“¿Acaso puede haber duda acerca de Allâh, el Creador de los cielos y de la tierra…?” (Sûra de Ibrâhîm, 14:10).
En cuanto al No-Comienzo:
Es impensable que Allâh haya tenido un comienzo, ya que si así fuese cabría preguntarse quién fue, pues, el que a su vez le creó, lo cual hace caer en un círculo vicioso ilógico. Por lo tanto, es obligatorio creer que Allâh nunca tuvo comienzo. Su prueba textual es el dicho de Allâh:
El es el Primero y el Último (Sura del Hierro, 57:3)
En Cuanto a la infinitud:
Del mismo modo, hay que creer que Allâh es Infinito, o sea que nunca tendrá fin, ya que lo que nunca tuvo comienzo no puede tener fin. Asimismo, es obvio que al ser su existencia necesaria, no puede afectarle la caducidad, finitud o aniquilación.
La prueba textual de ello radica en la misma aleya coránica anterior:
El es el Primero y el Último (Sura del Hierro, 57:3)
En cuanto a su Unicidad:
Es necesario creer que Allâh es Uno en su Esencia, Atributos y Actos. La prueba de su Unicidad consiste en que si hubiese más de un dios, sus voluntades colisionarían anulándose la una a la otra. Y ante la voluntad de Allâh nada ni nadie se puede alzar en contra. Por lo tanto, es necesario creer que Allâh es Uno en su Esencia, Atributos y Actos.
La prueba textual se halla en la aleya coránica:
Di: Él es Allâh, Uno (Sura de la Adoración Pura, 112:1).
En cuanto a su independencia de las cosas:
Se refiere a que Allâh no necesita de ningún ser para existir ni de ninguna esencia en la que existir.
Ello quedó ya claro cuando establecimos que todas las cosas creadas necesitan de alguien que les lleve a la existencia, mas Allâh no, ya que El, exaltado sea, nunca ha dejado ni dejará de ser. Su ser es independiente de todas las cosas, pero todas las cosas dependen de Él. Asimismo, no precisa de esencia en la que existir ya que, a diferencia de los cristianos, los musulmanes no creemos que la Divinidad sea un atributo que se establece en una esencia. Pues los cristianos, al creer que la Divinidad es un atributo, llegan a afirmar que Jesús, la paz sea con él, es “divino”. Para nosotros los musulmanes, nada puede ser divino más que la propia Divinidad. La Divinidad no es un atributo que se atribuye a ciertos seres creados, sino una esencia totalmente independiente del resto de la creación. Por lo tanto Allâh es totalmente independiente.
La prueba textual de ello radica en la aleya coránica:
Allâh es el Rico (Sura de Muhammad, 47:38).
En cuanto a su diferencia con respecto a los seres creados:
Allâh, glorificado sea, es totalmente distinto y diferente a los seres creados. Si Allâh tuviese algún tipo de semejanza con los seres contingentes, sería contingente como ellos, lo cual, como ya hemos establecido, es totalmente imposible. De ahí que nada de lo que podamos imaginar o concebir se parece de modo alguno a Allâh, exaltado sea. En cuanto a las aleyas coránicas que aparentemente sugieren algún tipo de antropomorfismo, como las que hablan de la faz de Allâh, la mano de Allâh, etc., estamos obligados a:
1. Aceptarlas tal y como son sin preguntarnos nada acerca de su significado. Y esta era la postura de los primeros musulmanes.
2. Interpretarlas a la luz de las aleyas anteriores en las que se establece la no-semejanza de Allâh con respecto al resto de las criaturas, buscando una interpretación que exima a Allâh, exaltado sea, de ningún tipo de semejanza con las criaturas. Y esta es la postura de las generaciones posteriores de ulemas. Ambas posturas son totalmente aceptables. Lo que no debemos nunca es tomar el significado literal y por lo tanto atribuirle a Allâh miembros, ya que así caeríamos en el antropomorfismo. O sea, dotar a Allâh de atributos humanos.
La prueba textual está establecida en las aleyas coránicas:
Y no hay nadie que se Le parezca (Sura de la Adoración Pura, 112:4)
No hay nada como Él (Sûra de la Consulta, 42:11)
En cuanto al establecimiento de los cuatro atributos siguientes: la Vida, el Poder, el Conocimiento y la Voluntad, y la negación de sus opuestos:
Es claro ya que si Allâh no poseyese dichos atributos el mundo no podría nunca haber existido.
En efecto, cómo podría, pues, Allâh haber creado el mundo sin el Poder, el Conocimiento, la Voluntad y la Vida necesarias para diseñar y crear la increíble maravilla que es el Cosmos y la Creación. No hay más que observar y reflexionar sobre los signos que vemos dentro y fuera de nosotros mismos para darse uno cuenta del Poder, Voluntad, Conocimiento y Vida infinitos del Creador, exaltado sea.
Las aleyas que lo prueban son:
Allâh, no hay dios sino Él, el Viviente, el Sustentador (Sûra de la Familia de ‘Imrân, 3:2)
Allâh es Poderoso sobre todas las cosas (Sûra de la Vaca, 2:148);
Allâh es conocedor de todas las cosas (Sûra de la Mesa Servida, 5:97);
Él que hace lo que quiere (Sûra de las Constelaciones, 5:16).
Con respecto a los tres últimos atributos, el Oído, la Vista y la Palabra:
Están establecidos por el Corán, la Sunna y el Consenso de la Comunidad de Musulmanes, pues son atributos de perfección, y constituiría un defecto el hecho de que Allâh estuviese desprovisto de ellos.
Entre aleyas que respaldan dichos atributos figuran las siguientes:
Allâh es Quien oye y Quien ve (Sûra de la Peregrinación, 22:61);
Y a Mûsà le habló Allâh directamente (Sûra de las Mujeres, 4:164).
Por consiguiente, ha quedado establecido la obligatoriedad de atribuir a Allâh los trece atributos anteriormente mencionados y la imposibilidad de atribuir a Allâh los opuestos de dichos atributos.
A continuación, ha de quedar claro que Allâh es libre de hacer en Su Reino a voluntad
Tu Señor crea lo que quiere y elige (Sûra del Relato, 28:68).
Sus actos son el resultado de Su Voluntad y Su Poder, los cuales no están constreñidos por límite alguno. El ha creado este mundo tal y como lo ha creado, pudiendo haber sido de otra manera; pero, por Su Voluntad, El ha querido que sea tal y como es.
Nota: Todo lo aquí tomado está tomado del famosísimo Murshid al-Mu’în de Ibn ‘Âshir.
Fuente: http://www.islammexico.org.mx/Fundamentos/Aqida/Aqida_primero_A.htm